Reseña del libro "Cuerpo perforado es una casa"
Una casa y en ella madre falsa, otra verdadera, un padre, un psicópata, un niño jugando con muñecas que va relatando sus emociones y percepciones de la primera etapa de la vida. El padre se empeña en obsequiarle al niño autitos, pelotas de fútbol, cosas de hombre, hacerlo hombre, evitar el destino si se quiere, pero el niño prefiere contemplar las flores del jardín o imaginarse a su cuerpo cianótico ataviado con un vestido negro largo. Las madres, la verdadera y la falsa, mientras tanto, se disputan su cariño: “Mi verdadera madre y la falsa discutían /La falsa decía que la verdadera quería apoderarse de mí /y la verdadera decía que sufría por mi desamparo”.
“Cuerpo perforado es una casa” está dividido en tres partes (antes de 1980, 1980, 1981 y 1984) y constituye una especie de diario de una niñez surreal, que nos hace pensar qué tan hermosa, terrible y freak puede ser “la mejor etapa de nuestras vidas”. Pero Gustavo Barrera Calderón hace esto con humor, como riéndose un poco de las circunstancias, o restándoles peso: “Mi madre falsa es mi madre biológica //La llamo falsa por usar lentes oscuros /para ocultar los ojos enrojecidos /y por decir que las cosas estaban bien”. Alguien podrá decir que es un libro en donde podremos encontrar muchas claves gay, pero aclaremos: este libro es mucho más que eso, es un cuerpo mutilado por los recuerdos.
