Uno de los más genuinos talentos literarios jóvenes de Cuba se enfrenta en estos dos textos a aspectos disímiles de la actual realidad cubana. Concediendo más espacio a la reflexión que a la narración, A.J. Ponte segrega su propia ideación de La Habana, una ciudad más escurridiza y escéptica que el tópico que la acompaña; a partir de la comida, la nostalgia de la mesa criolla y sus referentes culturalistas el autor segrega un texto igualmente sorprendente