El mundo de un libro de poesía, a veces, es un afán pordiosero donde un jodido lector parece que dijera: “oye cachorrito échate un poema” y, en algunos casos, el autor responde: “¡Jódete!”. Para mí este libro es un buen ejemplo de “Jódete”. Este libro ha ganado un premio y eso importa poco, porque es un libro particularmente jodido. No habla de lo que habla. Predomina la constatación de que no es posible decir lo que se está diciendo de otra manera. Se desliga de sí mismo con el objeto de tantear universos que aunque son hermosos nunca son uniformes, son ejes de la realidad que no tienen un tiempo determinado tal y como lo esperamos. Porque hacerlo sería reproducir lo que ya sabemos de nosotros mismos sin ninguna dignidad, o bien, podría hacerse con puras exageraciones. Un poema no es un poema necesariamente. Nada se trata de un poema. En ese sentido, insisto, me parece que éste es un buen ejemplo de algo así como soy y no soy Armando Salgado, ni poeta ni nada, ni mexicano ni nada; y Tierras Altas del Mato Grosso es un jodido libro cuya única posibilidad de existir es este poema y, al final, una forma de documentar el futuro con toda la imposibilidad que ello implica (incluso para la ciencia), se diga de la manera en que se diga. Octavio Gallardo