El nacimiento y la muerte son dos procesos naturales que tienen muchos puntos en común y para los que la naturaleza ha establecido unos programas biológicos específicos que se desarrollan de una manera mucho más efectiva si se les molesta lo menos posible. La función de la medicina es acompañar estos procesos naturales e intervenir para sanar o salvar la vida de las personas, pero en ciertos momentos toda intervención resulta inútil y la curación es imposible. En esas circunstancias es cuando debe intervenir la medicina paliativa para controlar los síntomas, reducir el dolor y acompañar en el proceso final de la vida, sin intervenciones inútiles ni sufrimientos innecesarios. La muerte no se debe entender como una fracaso de la ciencia médica, sino como la puesta en funcionamiento de un proceso natural programado que se desencadena a causa de una enfermedad terminal o por el simple desgaste de las funciones fisiológicas del organismo. En ese momento, la medicina debe cuidar del paciente y ayudarle a realizar ese último trayecto vital en las mejores condiciones posibles tanto desde el punto de vista físico, como psicológico y espiritual. Gian Domenico Borasio (Novara, Italia, 1962) estudió medicina en la Universidad de Munich. Oientó su carrera hacia los cuidados paliativos, asistiendo a cursos de especialización en la University of Wales y en el Harvard Medical School Center for Palliative Care. En 1999 participa en la fundación del Centro interdisciplinario de Medicina Paliativa de la Universidad de Munich y fue profesor de medicina paliativa en la misma universidad. En marzo de 2011 fue nombrado profesor de medicina paliativa de la Universidad de Lausanne y jefe del servicio de medicina paliativa de la Clínica Universitaria.