Siempre Estara Paris

Reseña del libro

Como resultado de entretenidas añoranzas, Guadalupe Loaeza nos ofrece un recorrido por todas las horas dedicadas a su gran pasión: París, la Ciudad Luz, la cual, mediante la vivacidad que caracteriza su estilo, se convierte en une promenade artistique espléndida que proporciona un extenso horizonte para disfrutar de una crónica de viaje que de pronto se convierte en la semblanza de algún personaje imprescindible para la cultura universal y poco después se transforma en anécdota risueña; pero más tarde surge una proclama en la que se asume apasionadamente una innegable identidad parisina, que, por lo demás, tiene sus raíces en una acendrada tradición familiar. Sobre estas premisas se creó Siempre estará París..., donde los barrios, calles, cafetines o plazas, parecen animarse tras evocarlos, pues nada escapa al recuento arrobado de la autora, quien nos hace partícipes de sus andanzas y, sin percatarnos, nos lleva hasta las ásperas fragancias del Metro, o por un insólito viaje en moto, en busca del tiempo perdido, el mismo que cambió la historia de la literatura. A partir de ese momento, Proust, Sagan, Beauvoir, Giroud, Sand, Verne, Rostand, Michelet, Colette, Voltaire, Duras, Camus, dejan a un lado la celebridad y se vuelven seres inmediatos, dotados de una auténtica silueta humana.