Primos es la historia de una familia, “una familia que es una ficción como todas las familias”, según apunta la voz de un narrador que en cierto momento se confunde con la del autor, Luis López-Aliaga, mientras escarba la noticia de un crimen en los archivos de la Biblioteca Nacional. Su idea es contar una historia que parece conocer de memoria, pero que ha caído en un montón de conjeturas. Y es acaso aquel crimen el que sacude la voz de los personajes a medida que avanza el tiempo y se desperdiga con claridad en sus páginas; rumores, secretos que encuentran la resonancia en el horror de los hechos, algo que parece dibujado con trazos difusos en medio de un Chile que va y viene en los últimos treinta años de su historia. Pero Primos es también el relato de un viaje, de un regreso, de una búsqueda, una confusión o un imposible; una novela que con agilidad y dureza nos entrega la intimidad de sus personajes, sus relaciones más ingenuas y sórdidas, como si la vida no fuera más que rebotar entre ambas, sin tregua. En Primos, el lector no sólo encontrará la tensión del suspenso que se desprende de un crimen, sino que podrá explorar con afán inquietante el cruce de historias que poseen un mismo centro, como suele suceder con las historias familiares que cuelgan de un registro: “papel sobre papel, el proceso de la descomposición”.