Años antes del proceso emancipatorio guayaquileño —el cual fue concluyente para liberación del futuro territorio ecuatoriano y peruano—, José Joaquín de Olmedo (1780-1847), además de su importante participación en la Cortes de Cádiz y su discurso sobre la abolición de la mita, ya había sobresalido por algunos de sus trabajos literarios, como es el caso de «Epitalamio» o «El árbol». Pero no es hasta su conciliación con Bolívar y la posterior victoria en la batalla de Junín cuando su nombre quedaría inmortalizado en las letras americanas. Su lúcido canto al Libertador y, más adelante, su canto «Al general Flores» lo plasmarían, junto con Andrés Bello, como uno de los máximos exponentes del neoclasicismo de nuestra lengua. En esta edición, además de los trabajos ya citados, se podrá encontrar lo mejor de su obra poética.