Anima el teatro de Bernardo Cappa el cruce de varias ¿obsesiones¿; algunas de reconocible resonancia. Esa suerte de ¿realismo¿ estallado; grotesco; al que apela para afirmar el ¿relato¿ en los cuerpos; reconoce la lírica de la actuación como fundamento del lenguaje. Personajes reconocibles; en situaciones reconocibles. Seres menores; con grandes sueños; en espacios pequeños. Derrotados que intentan construir alguna mística que los ampare. Espacios concretos y a la vez míticos; alusivos; prometedores. Un habla que se piensa como trampa; como promesa que no se cumple. De esa combustión; Cappa afirma; por pura poética teatral; una mirada lateral; alterna; que escapa tanto; de la representación tradicional; como del vacío posmo. Ricardo Bartis