A Miriam Quiroga le sugirieron ingresar al Programa Nacional de Protección a Testigos. Ir a un destino geográfico desconocido. Y empezar una nueva vida con otro nombre y otro apellido. De momento, hasta que tome la decisión de aceptar o no esa propuesta, está custodiada por la Policía Metropolitana. Vive con miedo, amenazada. Muchos de los funcionarios y legisladores que durante años la trataron ya no le dirigen la palabra. Se halla ante un presente inesperado. Fue la locutora oficial de la provincia de Santa Cruz, cuando Néstor Kirchner gobernaba y, más tarde, la nombraron directora de Documentación Presidencial. Fue, además, en los hechos, una de las secretarias privadas del santacruceño. Y ocupó una oficina a pocos pasos de la de él. Hasta que la echaron, tras su muerte. En Mis años con Néstor y todo lo que vi, Miriam Quiroga demuestra por qué, a pesar del miedo, está dispuesta a contar su verdad. Describe su presente como testigo de una causa judicial donde se investiga una asociación ilícita compuesta por funcionarios y empresarios ligados al gobierno nacional. Y repasa sus años cerca de Néstor Kirchner en la Patagonia y en la Casa de Gobierno. Su relato describe al ex jefe de Estado detrás de la escena. Con sus destrezas, sus miedos, sus actos de valentía y también con sus atropellos. No faltan en la narración ni las críticas despiadadas que escuchó, ni las escenas privilegiadas que observó, ni los movimientos que hubiese preferido no haber visto. Hay en estas páginas historias sobre bolsos con dinero, negocios con bonos oficiales e incluso con lingotes de oro. Pero, sobre todas las cosas, el libro agrega una manera distinta de mirar el poder kirchnerista. Como a través del ojo de una cerradura.