"La primera sensación que recuerdo fue el impacto de ver salir de un cortinado a los luchadores a medida que eran convocados para las peleas. Vi pasar cerca mío a Tufit memet, vestido de árabe; a la tenebrosa Momia. Para su entrada bajaban las luces del estadio y propagaban a todo volumen su jingle de presentación: LA MOMIAAAAA.....LUCHADOR SORDOMUDO........ ante la mirada petrificada de todos los niños presentes. También pude ver al gran ancho Peucelle y al inolvidable Martín Karadagián y su “cortito”, una toma más exhibicionista que eficaz. Resultaba inquietante ver como los contrarios quedaban inmóviles a merced de los sucesivos cortitos de Karadagián: la evidencia más clara de que Martín era el dueño del espectáculo y dicho sea de paso, el patrón de aquellos colosos". (del Prólogo)