El ensayo literario tiene tradicionalmente dos miradas convergentes: la que mira el autor y la que mira a la obra, ambas se conjuntan en una mirada social en el sentido más amplio. En la palabra plural su autora sugiere que esta figura de tres caras es en realidad un poliedro infinito, sugerencia que está presente desde el mismo título. Victoria Eugenia Ángel Alzate lee con atención a autores como Horacio Quiroga o German Espinosa, un clásico de nuestras letras el primero y uno de los grandes autores olvidados por el boom el segundo, pero cuyas obras son dispositivos discursivos que interpretan a las vez la sociedad de su tiempo y la estética que la trasciende. Tal vez sea la narrativa el género expresivo que mejor sabe asumir la contradicción de la historia - con minúscula y con mayúscula- en su inevitable ambigüedad, si no contradicción, entre lo actual y lo permanente. Las cartografías literarias urbanas han caracterizado la narrativa de los últimos cincuenta años. Frente a la tradición rural, realista, incluso indigenista de muchas de nuestras grandes novelas, la recreación urbana de París, Buenos Aires y México aporta un nuevo personaje: la urbe en sí misma. Y esto se refleja en escritores actuales y en los escenarios reales o imaginarios que los narradores crean - y los crean tanto si son imaginarios, Comala, Macondo, como si son reales. Y desde allí se avoca a escritores próximos geográfica y temáticamente. Y se da un triple salto mortal, sorpresivo pero necesario, en perfecta solución de continuidad hacia el contexto político y social implícito en el texto.