El año 1982 en Sam está a las postrimerías de su vida. Llama a Georges, su amigo, su contrario. La última voluntad de Sam es que Georges acabe lo que él empezó. Representar "Antígona" en el corazón rasgado de Beirut. Entre francotiradores de todos los bandos. Robar a la guerra unas horas de paz. "La cuarta pared" mide la distancia que hay entre la paz y la guerra, entre el drama y la tragedia.
"Me ha emocionado mucho y hecho sentir impotencia también. Es un relato duro, sobre todo el último tercio del libro. En un panorama tan desolador como la guerra civil Libanesa, Georges, el protagonista, le promete a un amigo suyo que es director de cine y se halla enfermo, que terminará su proyecto de montar la Antígona de Anouilh en Beirut. Una tarea ya de por sí disparatada y suprema mente arriesgada, pues la idea es que los actores sean todos de diferentes facciones religiosas, como símbolo de unidad. Quizá el estilo narrativo y prosa están saturados de lirismo y metáforas para su propio bien, pero la historia en sí vale mucho la pena. "