La economía española dio un salto decisivo en su proceso de internacionalización en 1997, cuando por vez primera los flujos de inversión directa extranjera (IDE) emitidos superaron ampliamente a los recibidos, manteniéndose desde entonces (hasta 2002) como un país inversor neto en el escenario internacional. y ello ha tenido su repercusión en el balance entre activos y pasivos financieros -la posición internacional de España frente al exterior por inversión directa: desde comienzos del presente siglo (años 2000-2002), y por vez primera en su historia, dicho balance es favorable a España. Se ha dado por fin el paso necesario para acceder a la fase más avanzada en la internacionalización económica de un país. Por extraño que parezca este hecho, está bien refrendado por las dos fuentes estadísticas españolas que, cada una por separado, ofrecen datos de IDE: Balanza de Pagos y Registro de Inversiones Extranjeras. Ambas han experimentado cambios metodológicos apreciables, a 10 largo de la década de 1990, para adaptarse a la liberalización de los movimientos internacionales de capitales y a la exigencia comunitaria de armonización de legislaciones.