Ronald Fairbairn siempre estuvo en contra de las concepciones energetistas en Psicoanálisis y llegó a afirmar que lo que busca la libido no es la descarga sino al objeto. El placer libidinoso, dirá, no es más que un medio para obtener al objeto. Por lo demás, si pensamos la libido en relación con el objeto, la situaremos en concordancia con el principio de la realidad, sólo si se concibe sin relación con el objeto es cuando sigue el principio del placer, se trata, por tanto, de una falsa dicotomía. Con Melanie Klein se tiene la sensación de observar procesos puramente endopsíquicos que evolucionan con el estímulo, sólo parcial, de los acontecimientos externos. Por ejemplo, la maldad del objeto (la madre) era una consecuencia del sadismo intenso, innato o de la pulsión de muerte. Para Fairbairn, en cambio, la maldad del objeto se debe a que no ha prestado la atención debida, es una carencia del propio objeto. La teoría de las relaciones objetales que propone anuncia una epistemología intersubjetiva, externalista, en consonancia con el enfoque anticartesiano de autores recientes como Mitchell, Benjamin, Aron o Stolorow. Un hecho que parece ser afectó profundamente a Fairbairn fue la manifestación de una de sus primeras pacientes quien, tras varios años de terapia, le dijo: Usted está siempre hablando de que yo quiero tener satisfecho tal o cual deseo, pero lo que yo realmente quiero es un padre.