Humo, Barro Y Cuero. Recorridos De La Memoria En Los Andes Del Sur

Gerardo Fernández Juárez · abya yala

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Reseña del libro

Se puede comenzar por los cueros o por las figuritas de barro, o también por los quipus utilizados en los primeros tiempos coloniales para recordar los pecados de los que uno ha de confesarse. En los tres casos se trata de formas de escritura no alfabética utilizadas en situaciones de relación intercultural asimétrica, cuando había que imaginar sistemas de comunicación que pudieran compartir los nuevos titulares del dominio político con las poblaciones recién sometidas. Pero ésta es solamente una de las dimensiones del asunto porque para cada uno de los actores sociales estos objetos (de barro, de cuerdas o de piel) representan an cosas distintas. Para los frailes, que fueron impulsores de cueros y barros, se trataba de buscar facilidades para su trabajo de evangelización. El uso de imágenes para transmitir conceptos abstractos había sido experimentado durante los muchos años que se dedicaron la la cristianización de los campesinos europeos; también iletrados, como eran los andinos. Pinturas sin pretensiones artísticas o relieves de piedra en los capiteles de las viejas iglesias romáticas podían ser empleados para hacer saber cómo era el demonio o cómo debía entenderse la trinidad. En la Nueva España, donde la escritura jeroglífica estaba bien asentada, se utilizaron catecismos con imágenes que, desde un punto de vista formal, podían recordar a los viejos códices, aunque ahora estuvieran al servicio de la aculturación religiosa. Para llos pues, pintar sobre cueros resecos o enseñar qué figuritas de barro eran las más apropiadas al canon, era un asunto de eficacia comunicativa. (Manuel Gutiérrez Estévez, Catedrático Emérito de Antropología de América, Universidad Complutense de Madrid).

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