La ciudad que nos ha visto nacer y crecer, esa ciudad en donde han trascurrido la inmensa mayoría de los años, horas, días, de nuestra existencia, nos produce a menudo una extraña sensación, mezcla de naturalidad y rechazo. Es como la familia, en cuyo seno nos movemos con la seguridad que proporciona lo sobradamente conocid o, la incondicional certidumbre de los sentimientos, pero también con la irritante con