Su primer «buenas tardes» desde el balcón central de San Pedro nos desarmó a todos. Desde entonces, el papa Francisco no ha dejado de dar muestras de su estilo llano y claro, próximo a la gente, con mensajes que llegan directamente al corazón del oyente. Esta corriente de simpatía y adhesión o cuando menos de respeto y curiosidad no ha decrecido aún, cuando se cumplen sus 100 primeros días como obispo de Roma. Un tiempo suficiente para mostrar sus cartas en una gran variedad de asuntos que van