La memoria del pasado está poblado de personajes a los que se admira o de denuesta, sin que podamos precisar nunca con absoluta nitidez en qué medida los brillos y las sombras que los rodean han sido exagerados por la lente deformadora del recuerdo. Entre los villanos, ocupa Diocleciano un lugar tradicionalmente destacado, casi parangonable con el de Nerón. Seguramente la doble inquina, la religiosa y la pol