El trabajo propio de las disciplinas sociales es, simultáneamente, conocer y pensar. El verbo que condensa el uso poskantiano (digamos contemporáneo) de esa juntura es, no sin algún tropiezo, investigar. Investigar es, de algún modo, habitar la frontera entre conocer y pensar, pero también el espacio lindante entre razón y razón. Entre una razón y otra razón. O, aun, entre la razón y la sinrazón.Así, la investigación social puede pensarse como una región fronteriza entre su particularidad en tanto invenciones históricas situadas (entre ellas, la ciencia y la ciencia social) y las aspiraciones universales que entienden al conocimiento como posibilidad de la especie y como necesidad ínsita en el orden cultural.Los trabajos que componen este libro se palpan en esas fronteras. En cada uno de los capítulos, los autores hacen reverberar en sus escrituras improntas disciplinares: las certidumbres y las ignorancias; los modos de dudar y de evidenciar; los estilos de razonar, que ponen de manifiesto las formaciones primarias transitadas. Pero en ninguno de los casos la razón disciplinar se ejerce como fundamento último. Así, la frontera es el lugar en el cual las lenguas incorporadas en los trayectos académicos o profesionales, sean éstas las provistas por las seguridades de las formaciones iniciales (la antropología, la geografía, la sociología) o a través de incursiones en los saberes más recientemente explorados, se intersecan y en el espacio de esos cruces y desvíos, esperamos, se con-fronten.