El lugar y el lazo, que inicia un nuevo siglo, demuestra una vez más que el horizonte de la elaboración de los cursos de la orientación lacaniana en psicoanálisis es el psicoanálisis como experiencia.Lo preceden dos décadas en las que Jacques-Alain Miller ha ido montando y desmontando los maternas de Lacan.Continuidad y avance que en este curso conducido por el Zeitgeist, el espíritu de la época, empieza por reconsiderarla radicalidad de la distinción fundamental entre el psicoanálisis puro, el aplicado a la terapéutica y las técnicas psicoterapéuticas que pululan y se difunden en la civilización contemporánea.Para continuar con el aislamiento de un corte en la enseñanza de Lacan. El estatuto de lo real formulado como no hay relación sexual le permite a Miller aislar (y será lo que guíe sus fundamentaciones) lo que nombra última enseñanza, significante que hace posible señalar un viraje en la continuidad de esta.El lugar y el lazo destaca la promoción del síntoma como referencia clínica en términos de sinthome (el cual responde a la orientación por lo real, que nombra lo fuera de sentido), que pone en tela de juicio lo que Lacan había propuesto como autonomía y dominancia de lo simbólico sobre lo imaginario y lo real, estableciendo la homogeneidad de los tres registros. Subrayando que esta equivalencia despierta del sueño estructuralista de un orden, un universo de reglas. Entonces, allí donde se encontraba el orden simbólico como armazón y referencia del sujeto, se inscribe la expresión modo de gozar.Un ord