Cierro el mirador del alma dos vidrieras del color de la esperanza, sucumbe la luz a la oscuridad velada y las notas de alguna rapsodia encantada recorren bohemias mis alas desplegadas, sobrevuelo horizontes de tibia calma y mi piel se abre para dejar entrar la experiencia sanadora que veta sin pudor la muralla terrenal de la nada.