La Educación Ambiental no puede ser un agregado más al programa curricular, sino la vivencia cotidiana de la cultura escolar, las relaciones diarias en la Escuela y la Universidad, que, basada en un quehacer investigativo del entorno, genere un proceso de construcción del conocimiento que responda a una Escuela y una Universidad para la vida, en un espacio solidario, democrático y participativo, donde el alumno sea sujeto activo del proceso y el maestro orientador y dinamizador del mismo. Para ello se requiere una Escuela y una Universidad abiertas, que se integren a la comunidad e incentiven proyectos colectivos de vida y propendan por una sociedad solidaria y democrática. El libro, elaborado por Lucila Reyes Sarmiento y Juan Francisco Herrera Romero, según se inscribe en este contexto y nos aportan elementos interesantes y valiosos para lograr que la Educación Ambiental cumpla con su verdadera tarea de formación integral, donde los docentes sean orientadores de procesos y los alumnos tengan un papel dinámico y activo. Libros como éste, sin duda contribuyen a enriquecer la Educación Ambiental en nuestro país.