“Por paradójico que parezca, se puede afirmar sin temor alguno que pocos hombres han sido tan incomprendidos o tan mal comprendidos como Descartes”. (Jacques Chevalier, Hª del Pensamiento, III). “Descartes tiene mucho de dios Jano: es bifronte, pues filósofo entre dos luces, entre el mecanicismo y el animismo, entre la máquina-hombre y el misticismo”. (K.Jasper-Jeanne Hersch). Descartes comenzó profesando el mecanicismo, hasta el punto de sostener que el hombre-máquina era capaz de crear sentimientos de bondad, de amor, de dolor. Sin embargo, desistió de publicar en vida sus obras mecanicistas aconsejado posiblemente por el cardenal Bérulle (“Después de Dios, el cardenal Bérulle”) y atemorizado por la condena de Galileo. Según opinión de la filósofa Airam-Arolf, Descartes abandonó su mecanicismo, como San Pablo abandonó la persecución de cristianos. Cabalgaba Saulo camino de Damasco persiguiendo cristianos cuando una luz del cielo le dejó ciego y le hizo caer del caballo. Igualmente, Descartes es cegado por la luz casi celestial del cardenal Bérulle, quien le descabalga del mecanicismo para convertirlo al animismo.