En esos textos el viajero ofrecía a sus contemporáneos su propia visión de los lugares, costumbres y gentes para ellos desconocidos hasta entonces. En ausencia de los medios audiovisuales de hoy en día, estos relatos eran, junto a las estampas, la única fuente que tenía un español, un francés, un italiano o un polaco en aquella época de conocer el mundo en el que vivían, más allá de sus fronteras.