la calidad educativa es un desafío ético, no sólo porque exige a los docentes una utilzación responable de recursos, sino porque con ella se puede incdentivar la innovación creativa y la mejora permanente del sistema educativo. aquí desempeña un papel esencial la justicia social. desde ella se dan las claves de una educación para la ciudadanía y la esperanza y se apuesta por una solidaridad real.