El mito se incrusta en la historia de los pueblos. Los mitos, contra la creencia popular, son entes inasibles, casi fantasmales, que deambulan en un limbo fuera del alcance de la mano del hombre. Los mitos son nuestros invitados permanentes. Aunque a veces creo que su sombra ronda, pero ni siquiera llegan a tomar forma. Son sólidos, no trasiegan como entes etéreos, caminan entre nosotros, guían nuestras decisiones actitudes cotidianas; son espíritu y materia.